viernes, 24 de agosto de 2018

Guerrilla / Palimpsestos apócrifos



Hoy comienza una nueva etapa. Por la noche llegamos al lugar más recóndito del bosque. El viaje fue bastante atribulado. Luego de incursionar eficientemente disfrazados a Fantasía, Violinista, Flautista y yo hicimos contacto con Atreyu. 

Al llegar cerca de la fortaleza del reino detuvimos la marcha para preparar las trampas contra Gmork, en el más absoluto de los sigilos, evitando atraer las sospechas del feroz lobo. Como dato curioso, el inefable Violinista fue elegido químico del grupo.

Flautista reunió a los voluntarios de esta singular empresa: Caperucita, Pedro, las siete cabritas, la grulla, la luna, algunas ovejas, un pastor y un leñador. Les habló del enemigo en común, de la necesidad imperante por vencerlo, que era el más grande enemigo jamás visto, y que la decisión de inmolarnos por el bien de la imaginación nos graduaría de héroes.

Durante días el grupo fue encontrándose, sabiéndose, armándose hasta volvernos uno en el bosque perímetral. Aprendimos a ocultarnos igual que los alacranes, a comer lo mínimo y dormir lo menos, vigilando por turnos la llegada del Gmork, que tenía todos los rostros de los animales más feroces aparecidos en nuestras vidas. Debíamos detenerlo a toda costa, y lanzarlo junto con La Nada al destierro, aunque cabía la posibilidad de que no estuviera solo, y sumara licántropos consigo.

El estallido de una de las trampas puso en alerta a la tropa, ubicando al enemigo por el norte, confirmando nuestras sospechas. De acuerdo al plan, decidimos ir por ellos para combatirlos en lo tupido del bosque, restringiendo así su movilidad.

Fueron días terribles donde hubo bajas mínimas pero valiosas para nosotros, que combatimos con arrojo al enemigo. Flautista arengaba al grupo, Violinista repartía bombas molotov a diestra y siniestra, y yo, Práctico, apuntaba con la mirilla telescópica a las cabezas de los licántropos, reventándolas.

No hubo quien hiciera la crónica de nuestro sacrificio, menos quien la fabulara o la contara a ustedes, la transmitiera por televisión o Internet. Pero ya no importa, nosotros los cochinitos, en nombre del grupo, queremos compartirles el resumen de esta experiencia, que se reduce a tres cosas fundamentales y que esperamos sea lección de vida: 


Vigilancia constante.

Movimiento constante.

Desconfianza constante.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario