Escucha la proclama: un ofrecimiento de esa naturaleza no se hace todos los días. Escucha y reescucha el edicto. Parece dirigido a él, a nadie más. Distraído, deja caer migas de pan en el pocillo de café. Él recordará lo escuchado. Se solicita escudero rollizo. Obediente. Noble. Ignorante en gramática. Capaz de acompañar a caballero andante para desfacer agravios, encarrilar entuertos, corregir sinrazones, reparar abusos y compensar deudas. Conocimiento del refranero popular, preferible si ha vivido en La Mancha algún tiempo. Trescientos escudos mensuales, un amo diligente, una ínsula, aventuras, duelos y quebrantos. Solo falta su nombre. Solo falta que las palabras más claras y llamativas del mensaje digan: Sancho Panza.
Ilusionado dispone el humilde equipaje, acicala al Ruzio, se despide de su mujer y corre hasta la hacienda de don Alonso Quijano para contarle lo que el destino le ha dicho. La trampa está tendida y la suerte echada. Lilith, el viento de la noche, cobrará venganza en nombre del amor, desquite que inició con la entrega del fruto prohibido a Adán para que fuera expulsado, junto con Eva, del paraíso de la sabiduría.
Ella, espíritu nocturno, encarnará la belleza de Dulcinea, se multiplicará en gigantes, oscuros caballeros, nigromantes, venteros, puercos, curas o bachilleres. Intentará expulsar al Quijote y a su fiel escudero de la memoria del mundo. Sancho, cansado de las burlas, del hambre y de la pobreza, le dirá a su amo: Señor mío, yo confieso que, para ser del todo asno, no me falta más de la cola.
Pero Lilith fracasa en su empeño. Obsesionada en engendrar anticaballeros que derrumben al mundo, decide robar la simiente de don Alonso y terminar con la vida del Quijote, a quien reduce a la agonía. Sancho le llora, desconsolado, extraviado de sí mismo. La invulnerable pureza de su alma termina por otorgarles la inmortalidad; y a él, en lugar de cola, un par de alas.
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*Palimpsestos apócrifos (escritos que conservan huellas de un manuscrito anterior: hipertextualización impune e irresponsable) ejercicios de estilo que son responsabilidad mía de principio a fin, incluidos los pecados. Gracias.
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