lunes, 16 de julio de 2018

Ubicuo / Palimpsestos apócrifos



Para mí, ella es siempre la mujer. Rara vez me oirán mencionarla de otro modo. A mi parecer, ella opaca y domina a todo su sexo. Y no es que sienta por María Magdalena algo parecido al amor. Todas las emociones, y en especial esa, resultan deleznables para mi equilibrada, serena, admirable y atinada inteligencia. Siempre me he considerado una máquina de observar y razonar, la más perfecta que ha conocido el multiverso; pero en ésta galaxia, en éste planeta... en ésta tierra, como amante, no he sabido qué hacer con ella. Jamás hablo de éstas pasiones tan mías, tan de Dios.

Ella me enseñó lo mejor de mí, y hasta se apropió de mucho de lo que soy; por ejemplo: lo ubicuo. Hay quienes dicen que abuso de él, que finjo, y que soy un farsante porque la ubicuidad no tiene distingo, y si aparezco arriba, entonces también puedo aparecer abajo, en el norte, en el sur, allá y acá; en el cielo... y en el infierno.

Esto último también ha sido motivo de polémicas y desavenencias. Y lo que es el colmo, hay quienes sostienen que les he otorgado el Libre Albedrío, para explicarse y concederse cosas que a todas luces son execrables e infames. Y porque esa libertad también la ejerzo yo, y no es verdad. No estoy ni allá, ni acullá, sino donde más me extrañan.

De ella es precisamente eso lo que me jode, y no me permite amarla como debiera. La ubicuidad la tenemos los magos, los hechiceros, los dioses y demás seres divinos. Es más divertido que tener un gemelo, solo que hay una pequeña limitante: cuando usas la ubicuidad, no puedes dejar de ser tú, multiplicado pero idéntico. Ella abusa, porque es la mujer más buena pero también la peor, adolescente, madura o anciana; a distintas horas y en distintas geografías.

Reconozco amarla en todas sus versiones, desde la más tibia pureza hasta la perversión más oscura, siendo siempre Yo, y no otro. Al menos le agradezco que de todas las versiones, siempre haya sido mujer. Es la única que reúne todo lo que quiero, lo que deseo y lo que desprecio.

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