martes, 3 de julio de 2018

Oro / Palimpsestos apócrifos*



Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados. El doctor Moreau lo percibió desde que entró a la choza en penumbras, adonde había acudido de urgencia a ocuparse de una vivisección que para él había dejado de ser necesaria desde hacía unas horas. Jasón, héroe desterrado, náufrago por un supuesto hechizo y su adversario más combativo, se había puesto a salvo de los tormentos de la memoria con un sahumerio de cianuro junto al vellocino de oro.

Medea, enamoradísima del héroe inmolado, calcula mal los alcances del embrujo para aislar a Jasón, seducirlo y desposarse con él. Contrariada por la ausencia decide viajar a la Isla sin Nombre, donde su poder clarividente ubica al héroe por última vez. Algo en su corazón le pide seguir el llamado de la incertidumbre, comprobando que las hechiceras, las brujas y las magas tienen el poder de la videncia en el destino de quienes les rodean, pero sufren la condena de la noche ciega con el propio.

Llega a la isla donde la interceptan varios fócidos humanoides de grandes ojos negros. No son de la misma naturaleza que los centauros, las sirenas o los sátiros, al contrario, hay cierta perversión dentro de ellos. Sin hablar, escucha el pensamiento del más adelantado, que le cuenta del doctor Moreau, quien junto con ellos ha llegado al planeta para crear seres mitad humanos mitad bestias, para unificar los géneros en el cielo, bajo el mar y sobre la tierra.

Medea sabe que Artemisa seleccionó a las especies en líneas paralelas e intocables. Solo la voluntad de los dioses puede cambiar ese designio. Su atribulado cariño le advierte que Jasón está cerca. La bruja es llevada hasta la choza del extraño doctor Moreau al que sorprende extirpando, con un rayo de luz, los cuernos y las pezuñas de oro del cuerpo disecado de Jasón. A Medea la cólera le enciende la linfa, entonces chasquea los dedos mientras murmura un hechizo, intentando transformar en moscas a los seres de grandes ojos, pero fracasa. Estos últimos, a una orden del doctor Moreau, succionan la sangre de la hechicera hasta dejarla seca.
_______________________________________

*Palimpsestos apócrifos (escritos que conservan huellas de un manuscrito anterior: hipertextualización impune e irresponsable) ejercicios de estilo que son responsabilidad mía de principio a fin, incluidos los pecados. Gracias.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario