Ilustración de Robert Shore |
Muchos años después, frente al descomunal cachalote blanco, el capitán Ahab había de recordar aquella tarde remota cuando su padre lo llevó a conocer el mar. La vida era entonces una decena de barcos balleneros navegando en un océano de aguas oscuras, que se precipitaba sobre sí misma en oleajes monumentales, como alcores lejanos. El mundo era tan suyo que muchas cosas cambiaron de nombre, y para mencionarlas había que ganar ese derecho, mar adentro.
El Leviatán azota el navío con su enorme cola, mientras el capitán se sostiene sobre la falsa pierna hecha de hueso de ballena. Sujeta el viejo zurrón de cuero hallado en una de sus muchas travesías. Solo necesita una oportunidad para atrapar al cetáceo, vivo o muerto… o petrificado. Del interior de la bolsa una voz, melosa, le habla en una lengua antigua. El capitán no sabe cómo, pero la entiende desde el principio, al advertirle ésta de no mirarle a los ojos a riesgo de convertirse en un guijarro, seco por dentro.
La Medusa intenta recuperar el sueño robado desde hace mucho por Perseo. Tiene una fatiga de siglos, pero no puede evitar sentirse atraída por la obsesión, el rencor y la tiranía humana.
El capitán sujeta las heladas sierpes de la monstruosa cabeza mitológica, se amarra con la cuerda del arpón clavado en el costado de la ballena, que lo arrastra al fondo del mar. El cazador se siente como pez en el agua, la pierna de hueso de cachalote parece cobrar vida propia, y lo conduce veloz hasta uno de los ojos de la descomunal bestia. La Gorgona mira al feroz Leviatán sin lograr petrificarlo. Chilla, histérica, y la cabellera le serpentea frenética. Moby sigue descendiendo al oscuro abismo, ni falta le hace la luz porque es ciego. Tampoco al capitán Ahab, quien respira agua salada mientras se convence de que el aplastante abismo es el verdadero cielo.
__________________________________________
*Palimpsestos apócrifos (escritos que conservan huellas de un manuscrito anterior: hipertextualización impune e irresponsable) ejercicios de estilo que son responsabilidad mía de principio a fin, incluidos los pecados. Gracias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario